27/Ago/2013
El Bacán y el Pulento, eran dos perros que vivían en la Ex Cárcel, llegaron cachorros al lugar. El Bacán fue adoptado por una estudiante que participaba en el espacio cultural, lo salvó del ataque de las pulgas y garrapatas, además de su notoria desnutrición. 8 meses después, dentro de…
El Bacán y el Pulento, eran dos perros que vivían en la Ex Cárcel, llegaron cachorros al lugar. El Bacán fue adoptado por una estudiante que participaba en el espacio cultural, lo salvó del ataque de las pulgas y garrapatas, además de su notoria desnutrición.
8 meses después, dentro de un grupo de mujeres pertenecientes a la Municipalidad y a cargo del aseo del Ex Parque Cultural, una de ellas, llegó con un cachorro negro, de una personalidad tranquila, mansa y dócil, este carácter sumiso se atribuía tal vez, al problema que poseía en sus patas delanteras. Sin embargo, esto no fue un obstáculo para que, El bautizado como “Pulento” se convirtiera en el mejor amigo de El Bacán.
El Pulento se estaba acostumbrando al lugar, pero un día, desapareció en extrañas circunstancias, el cachorro había seguido a una mujer, quien al encontrar tan simpático al animal se lo llevó a su casa. Para entonces “Papito” el cuidador de los canes, se enteró de tal hecho, y anunció que si no devolvía al perro, ella no entraba más al lugar. Se reafirmó la llegada del Perro al Parque, nadie tendría derecho entonces a retirarlo de su nuevo hogar.
Se convirtió en parte de varias intervenciones que se realizaban en esos años, protagonista de escenas, cuidador del lugar y defensor de su compañero, siempre alerta a lo que le parecía extraño.
A fines del 2011, a causa de un atropello, Bacán abandona la tierra, dejando a cargo ahora al Pulento en el gran espacio que juntos solían recorrer. Dos años después reúnen nuevamente sus caminos, pero ahora en el cielo.
Se puede decir que El Pulento, estuvo en este sitio desde los comienzos, presente en las primeras obras, en la transformación del lugar, siendo parte de miles de fotografías, cómplice de los niños que jugaban en el pasto, amigo de los caminantes solitarios, el primero que saludaba por las mañanas y el último que acompañaba a la puerta en la tarde, contribuyó a pulir lo que hoy es El Parque Cultural.
Dicen que el perro es el mejor amigo del hombre, no cabe duda que El Pulento fue el mejor amigo de toda la familia que conforma este lugar, su rastro quedará plasmado siempre en estos rincones, cada ladrido, lamido y movimiento de cola, será recordado como el gesto más único y loable del más fiel de todos los perros, hasta pronto, Querido Pulento.