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Rafael Guendelman Hales cuenta su visión sobre “Alidá, Yeridá”

8/Jun/2022

“El desafío era intentar hacer un trabajo que pensase la idea de Israel de manera crítica, pero sin caer en estereotipos. De alguna manera esos archivos y la experiencia de mi familia paterna en Israel, eran la excusa perfecta para acercarme al tema desde algo mucho más cercano y asequible”.

Desde el 14 de mayo hasta el 12 de junio de este año en curso se exhibe la exposición “Alidá, yeridá”, del artista visual Rafael Guendelman Hales, en Sala Laboratorio del Parque Cultural de Valparaíso. Esta exposición tiene como punto de partida la biografía del propio artista quien a través de los recuerdos de su familia paterna cruza fronteras, generando relatos que tratan sobre asuntos migratorios, neoliberalismo, memorias y la construcción fáctica del Estado-nación. Estos relatos fotográficos y audiovisuales tienen como foco lo sucedido en Chile e Israel. Por medio de documentos de su memoria familiar y registros fotográficos, audiovisuales y sonoros captados por el artista en Chile, Israel y territorios ocupados de Palestina; emerge una obra que no permite indiferencia.

Desde el 14 de mayo hasta el 12 de junio de este año en curso se exhibe la exposición “Alidá, yeridá”, del artista visual Rafael Guendelman Hales, en Sala Laboratorio del Parque Cultural de Valparaíso. Esta exposición tiene como punto de partida la biografía del propio artista quien a través de los recuerdos de su familia paterna cruza fronteras, generando relatos que tratan sobre asuntos migratorios, neoliberalismo, memorias y la construcción fáctica del Estado-nación. Estos relatos fotográficos y audiovisuales tienen como foco lo sucedido en Chile e Israel. Por medio de documentos de su memoria familiar y registros fotográficos, audiovisuales y sonoros captados por el artista en Chile, Israel y territorios ocupados de Palestina; emerge una obra que no permite indiferencia.

Desde el Parque Cultural de Valparaíso conversamos con el artista chileno de ascendencia judía y palestina respecto de su obra “Aliyá, Yeridá”.

Rafael, ¿Cuáles fueron las vivencias personales o familiares que te llevaron a hacer este cruce de relatos de la construcción del Estado-nación entre Chile e Israel?

Desde hace unos años he venido trabajando en torno a la situación en Palestina. En específico, en “Sin tierra”, que fue mi primer proyecto en donde abordaba el tema, me concentré en la ocupación de Palestina. Ese proyectó surgió a partir de haber vivido 6 meses en territorio palestino ocupado, en Belén y Ramalá específicamente. Después de ese periodo volví a Chile y el proyecto se terminó vinculando a Chile e inevitablemente apareció mi familia (mi madre es descendiente de Palestinos y mi padre de judíos de Europa del este).

En Aliyá, Yeridá la operación fue un poco a la inversa. Desde que empecé a meterme en el tema Palestino, me parecía muy extraña la idea de Israel y todo el aparataje conceptual que había detrás para hacer convencer al mundo y a los propios judíos de que ese país tiene una justificación sólida para existir. Mi relación con la cultura judía ha sido leve, siempre me relacioné más con mi familia materna, quienes son palestinos cristianos. Sin embargo, mi papá vivió 10 años en Israel y mis abuelos 23, y ese antecedente, que de alguna manera siempre se mantuvo un poco oculto, terminó por aparecer cuando murió mi abuela y en la bodega de ella aparecieron muchos documentos y películas (Super 8). Desde ese momento me dieron ganas de hacer un trabajo que, a diferencia del anterior, pudiese concentrarse en Israel y la idea de sionismo. El desafío era intentar hacer un trabajo que pensase la idea de Israel de manera crítica, pero sin caer en estereotipos. De alguna manera esos archivos y la experiencia de mi familia paterna en Israel, eran la excusa perfecta para acercarme al tema desde algo mucho más cercano y asequible. También menos ambicioso y totalizante.

El proyecto nace desde algo muy genuino que es intentar entender esa migración a Israel y el encantamiento con algo que yo condeno. Es extraño Israel, por un lado, tiene un aspecto que es muy interesante y que tiene que ver con la capacidad que han tenido para armar un país en tan poco tiempo, generar arquitectura de vanguardia o reviviendo una lengua muerta como el hebreo pero, por otro lado, a costa del sufrimiento de todo un pueblo.

Foto perteneciente a la exposición

¿Cuáles son las similitudes que hay entre estas dos naciones para la construcción de los relatos que visualizas en la exposición?

Yo diría que son 3 países. Está Chile, Israel y Palestina. Para mi es imposible no hablar de Palestina cuando uno menciona Israel, y lo mismo al revés. Pero enfocándonos entre Chile e Israel, existen una serie de cosas que se sienten similares, o que yo al menos las veo en concordancia. Primero está la idea de que ambos países fueron fundados en territorios donde habitaba gente anteriormente, en el caso de Chile todos los pueblos originarios, en el caso de Israel los palestinos (más allá de la etnia o religión). Esa condición es algo que define a ambas sociedades. Nunca van a poder ser plenos sin reconocer ese pasado y presente (y repararlo empíricamente). Otra cosa que me llamaba la atención era la similitud en los proyectos políticos de las últimas décadas, en ambos hubo en los años 60 y 70 proyectos e ideas de izquierda muy revolucionarias, que fueron desapareciendo bastante dramáticamente. En Chile el giro se dió desde la Unidad Popular a la dictadura y la imposición del modelo neoliberal; en Israel, desde el Kibutz a una sociedad fragmentada y colonizadora. Una tercera similitud, que quizás puede ser más marginal, pero que al menos visualmente me parecía interesante, es la geografía. En ambos se dan paisajes muy similares. Existe una simbiosis visual que me permitió jugar con la relación de ambos espacios, fundiendo un poco las historias de ambos territorios y abriendo lecturas que se pueden conectar. Ambos pasados se pueden mezclar y confundir, algo de eso está presente en las obras.

Foto perteneciente a la exposición

¿Qué significan las palabras “Aliyá, Yeridá” y qué sentido tienen dentro de tu obra?

Quiere decir subir y bajar en hebreo, pero también quieren decir irse a vivir a Israel e irse desde Israel a otro país. Hacer “aliyá” para los judios es una decisión de vida muy importante, es renunciar a su origen nacional e irse al país que define su cultura y religión. Israel es un país creado en 1948 y desde ese momento (y antes también) comienza una política de captación de judios para llenar su territorio. La disputa demográfica con los palestinos es compleja, es por eso que la idea de Aliyá y las empresas para hacer propaganda e invitar a gente a vivir a Israel son tan poderosas. Israel es un país que se debe autosustentar constantemente, debe siempre estar justificando su importancia.

En mi obra “Aliyá, Yeridá” tienen que ver con el tránsito que hizo mi familia, desde Chile a Israel y posteriormente, retornando a Chile de manera parcelada. Mi tío llega tras estar 2 años en Israel, mi papá 10 y mis abuelos 23. Un tránsito que es como dice la palabra, ascendente en relación a la idea que tenían de Israel y descendente en cuanto es un proyecto que los decepciona, o que de alguna manera los hace querer retornar. Especialmente a mi tío y a mi papá. Esta idealización de Israel es una de las paradojas de esta palabra, ir a Israel como un sueño que al momento de vivirlo allá termina no siendo tal y conlleva el retorno. Ese arco narrativo también me parecía simbólico para hablar lo que nombraba antes, sobre los proyectos idealistas de sociedad y como se fueron cayendo a fines del siglo pasado.

En general, los conceptos que rondan el título se pueden leer de manera transversal en otros lugares y experiencias, creo que tiene que ver con las ideas y los ajustes de estas a través de la experiencia. Me interesa la idea del plan y lo que realmente termina sucediendo.

Estudiantes visitando la exposición

Estudiantes de tercer año de la carrera de Gestión en Turismo y Cultura de la Universidad de Valparaíso visitaron la exposición

En visita realizada el 25 de mayo, antecediendo el Día de Los Patrimonios que se celebró el sábado 28 y domingo 29 de mayo, el curso vino específicamente a ver la exposición de Rafael Guendelman Hales. Consultada por este interés, la dicente Macarena Frutos comentó lo siguiente: “Nos interesó esta exposición en particular ya que vincula el patrimonio vivo, que somos nosotros como humanidad, con el sufrimiento de tener que salir de tu país desarraigarte e iniciar tu vida en un mundo distinto y partir de nuevo. Entonces todo el legado y memoria, que también es patrimonio cultural inmaterial se vincula con el patrimonio. Es por este motivo que vinimos a ver esta exposición, pues es una muestra muy interesante tanto por la curatoría como por la carga simbólica que contiene“.

Estudiantes visitando la exposición

Constanza Guerra, alumna de tercer año de la carrera señaló: “me llamó la atención que se contará esta historia con imágenes reales. Y que bueno que hayan existido personas que quisieran dar a conocer sus relatos”.