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Tercer Comunicado

6/Ene/2014

Sigamos con lo mismo: o sea, el retrato, pero visitando la exposición de Marco Hugues. De partida, la referencia que hice a Smythe debe ser mostrada. No demostrada. Esos dibujos existen. Fueron expuestos como en el 75. Eran unos rostros completamente deformados, en color rosado de chicle. Ya lo mencioné…

Sigamos con lo mismo: o sea, el retrato, pero visitando la exposición de Marco Hugues.

De partida, la referencia que hice a Smythe debe ser mostrada. No demostrada. Esos dibujos existen. Fueron expuestos como en el 75. Eran unos rostros completamente deformados, en color rosado de chicle. Ya lo mencioné antes. O sea, la figuración proviene de mascar la imagen como si fuera un chicle, hasta que la facialidad sea pura saliva y diluya todo rasgo que identifique. !Imaginen lo grave que puede llegar a ser el mascar chicle!

En las pinturas de Marco Hugues hay algo similar a las monstruosidades lubricantes del chicle, cuyas conexiones pueden llegar a ser fatales. Me refiero a los efectos de la lubricidad. !Pintura lúbrica! No se rían. Hay muchas formas de conjurar la angustia ante la muerte. Traslado esta frase desde la exposición de al lado.

Lo que hay que decir es que Hugues pinta en plena dictadura. La dictadura más plena. O sea, en aquel momento en que la desaparición de cuerpos hace evidente la crisis de nominación del ciudadano. La pintura restituye los rasgos de aquello que debe ser borrado, para congelar el olvido. Y tiene que ser con ese color dominante, que pueda vincular la aniquilación de la forma corporal con aquello de donde proviene. Lo que no he dicho todavía es que ese color es el que se encuentra tanto en las encías como en las paredes de la vagina. Es decir, es un color de cavidades empleado para saturar a conciencia la formalidad de las superficies. En cierto sentido, designa una fuente: por arriba y por abajo. Como en ese juego escolar. La pintura por arriba, la sutura por abajo. La pintura no es ajena al lenguaje. Digo: la cavidad es un vector de técnica erótica. Esta es una manera de exhibir cómo se construye una dis/conformidad imaginaria, en esa coyuntura cercana al ochenta y cinco, año en que fallece. Pero todos estos bocetos que ustedes ven corresponden, a lo menos, a su trabajo de esos últimos cinco años. Anotaciones de la catástrofe que no puede retener.

Ya lo dije: la pintura de Hugues coincide con el momento expandido de los crímenes de los “psicópatas de Viña”. Los personajes que Hugues documenta pertenecen, en gran parte, a esa dimensión monstruosa de la clase dominante local, que revela sus complicidades como el reverso explícito de una gran patología social.

Para protegerse del presente; es decir, de ese presente al que me he referido, Hugues responde a un colapso identificatorio. Por eso, quizás, los retratos con babuinos, con monos, con chimpancés; etc. Pensé, por un momento, en la asociación con una representación “gorila” de la realidad. Pero había que ser más antiguo para conectar el “gorilismo” con la dictadura argentina del sesenta y cuatro. El “gorila” pasaría a designar en la pintura de Hugues aquel movimiento subterráneo que prepara un golpe al imaginario.

Ahora bien: ¿en que otro lugar hay monos pintados en la pintura chilena? ¿Se ríe, acaso, de los “pinta-monos”? En Hugues, los monos no tienen navaja ni se presentan frente a un espejo; son espejos, por si mismos, y la mirada que devuelven es de un filo peligroso. Por cierto, quienes no entienden esto deben recurrir a la pintura de Mulato Gil, que está en el Museo de Bellas Artes en Santiago. Se trata del retrato del don Ramón Martínez de Luco y de su hijo, don José Fabián. El niño tienen en su mano izquierda una cajita sobre la que hay pintado un mono con navaja frente a un espejo.

Es muy probable que estos monos de Hugues designen la existencia de la jungla local. Es decir, que remitan a designar el escenario que corresponde. Pero también, a figurar un universo darwiniano que pone la evidencia de los eslabones perdidos. Siempre, entonces, el horror del corte (en la historia local).

No solo hay babuinos en la pintura de Hugues, sino aves raras, imposibles, arcaicas, antediluvianas. Y, también, lechuzas. El ave de la filosofía emprende el vuelo al atardecer. Pero aquí, privilegia la existencia de un pensamiento nocturno. Es decir, muchos personajes locales habían emprendido el vuelo. Forzados. Una manera de decir que “la filosofía de un modo de vida” se había perdido.

Por

Justo Pastor Mellado

 

Lea segundo comunicado: http://pcdv.cl/2014/01/02/2-comunicado-exposiciones-del-tercer-piso/

Lea el primer comunicado: http://pcdv.cl/2013/12/31/exposiciones-del-tercer-piso-por-justo-pastor-mellado/