Lera
En tempus fugit cuatro bailarines y tres bailarinas se mueven en grupo, en un continuum, unidos en un flujo constante. Impulsados por un unísono interior, producen una corriente global. Una danza en círculo, como un único movimiento compartido, y aun así revelando por momentos la individualidad. Nada dura eternamente. El flujo del tiempo no se puede detener.
En »tempus fugit«, la cie. toula limnaios sigue el rastro del tiempo. En el fondo está el anhelo demasiado humano de la felicidad. Nietzsche lo ve encarnado en una manada de animales que viven enteramente en el momento, a los que envidia porque para ellos no hay pasado ni futuro. En »tempus fugit«, siete bailarines se mueven continuamente como un grupo, como una unidad que fluye. Impulsados por una armonía interior crea una corriente que lo encierra todo. Una danza redonda como un único movimiento común, que sin embargo, revela por momentos lo individual. Nada dura para siempre, el tiempo no se puede retener. Pero ¿cómo vivimos realmente en él? ¿El ajetreo de la vida cotidiana nos ha absorbido? Comparado con la falta de aliento de nuestras vidas, la horda aparece como un músculo, lleno de vitalidad y conexión. La masa y la identidad, el poder y el impulso son fenómenos centrales en la horda. Son fenómenos centrales en ella: el grupo como microcosmos que nos libera de la prisión del aislamiento y desencadena nuevas fuerzas.