7/Jun/2012
Corría el año 2000 y los presos hace unos meses atrás se habían trasladado al nuevo penal en la parte alta de la ciudad. Las vecinas de la entonces ex cárcel se acercaron al espacio vacío, comenzaron a limpiar y utilizar el recinto. Comenzaron a realizar talleres bajo el sólo…
Corría el año 2000 y los presos hace unos meses atrás se habían trasladado al nuevo penal en la parte alta de la ciudad. Las vecinas de la entonces ex cárcel se acercaron al espacio vacío, comenzaron a limpiar y utilizar el recinto. Comenzaron a realizar talleres bajo el sólo pretexto de juntarse, verse y aprender en conjunto. Hoy, esa mística de antaño se vuelve a revitalizar, cada martes se juntan a compartir conocimientos y trabajar en conjunto. Están presentes las clásicas vecinas, la señora Gilda que lidera el grupo proveniente del pasaje La Leona, algunas de calle Newman y, lo más sorprendente, señoras que vienen desde Placeres o Playa Ancha vinculadas por un lazo de amistad. “Lo que pasa es que algunas de ellas antes vivían acá cerquita y se cambiaron, pero igual vienen a compartir, y otras vienen de lejos simplemente por el placer de no sólo tomarse un tesito y un pastel, sino que también para trasmitir conocimiento” señala doña Gilda.
Su dinámica es muy simple, pero muy constructiva, la que sabe una determinada técnica como bordado, macramé o tejido, se lo enseña a otra vecina y ésta a su vez le entrega otro conocimiento.